Y llegaron Melchor, Gaspar y Baltasar. No sé por qué estaba bailando tanto tiempo con Melchor, si a mí el que me gustaba era Baltasar, y no porque fuera racista, pero Balta me parecía un tipo más completo: intelectual, atractivo y más sensible a lo artístico. Hace tiempo no tenia en mi vida una persona que me disparara la cabeza, (en el sentido metafórico por favor), alguien de quien puedas aprender cosas, te sorprenda y tu a él, se pueda profundizar en un tema, tengas una verdadera retroalimentación.
¿Por qué razón en la vida te gusta a quien no le gustas o no te da importancia y te llama quien no quieres que te llame? ¡No sé por qué termine bailando casi toda la noche con Melchor, si a mí el que me gustaba era Baltasar! ¿Sería porque meneaba muy bien las caderas y yo con mi sangre latina me deje seducir? Balta no paraba de mirarme y yo en medio del reggaeton barato y el tonificado brazo de Melchor, también le hacía ojitos como diciendo: Espérame, quizás sea contigo con quien me vaya.
Por su parte Gaspar era lo más neutro posible, son esos amigos que tiene la mayoría de los hombres, de pocas palabras y muy observadores. El bebía relajado y observaba toda la situación, por momentos se hacia el boludo, pero en dos o tres ocasiones le dijo una breve frase a Baltasar, hasta que en la tercera se lo llevó, supongo que a dar la famosa vuelta de levante por el boliche.
En ese momento no me importó y le pregunte a Melchor disimuladamente que onda Balta, si estaba de novio, a lo que me respondió riéndose -¿Te gusta? –Sí, me gusta. ¡Eso es lo que hay que atreverse a decir chicas!, para ahorrarse muchos pasos y no estar o ilusionar al hombre equivocado.
-Termino hace poco, se enredó con una que le fue infiel con el ex, así que esta medio despechado. Por eso vinimos esta noche a bailar, porque en realidad tenemos más regalos que repartir, supongo ahora los dejaremos en la plaza y ¡que los agarre el que quiera!
Bueno, ¡pero estaba libre! Pensé aliviada.
-Y hablando de regalos ¿Qué nos pediste?
-Por ahora un viaje a Brasil con Baltasar.
Mel se reía. Que buenos dientes tiene este negro, pensé. Pero el que Me gustaba, y desde hace tiempito era Balta. Además era el rey! ¡Basta de príncipes que solo terminan siendo sapos disfrazados! El rey, este si podía ser el hombre de mi vida, pensé por centésima vez!
-Baltasar es buen amigo, buen tipo, le gusta estar de novio, pero no es nada fácil. Recuerda que en sus ratos de ocio es guionista, así que como vos estará mucho tiempo ausente, en su propio mundo, con su computadora.
-¿Y qué? Yo le puedo dar una opinión, o muchas, hasta ayudarlo a corregir…
Melchor se reía y me servía más Fernet.
-Basta Mel! ¿Me quieres emborrachar?
En ese momento reaparecieron Balta y Gaspar, con una sonrisa de oreja a oreja, dos gatas gemelas, de tejanos rotos y un top que casi les disparaba las lolas hacia el cuello. Por un momento quede en suspenso. Mel me miró como diciendo: pobre, lo que me impulso a actuar más rápidamente, ¡Tenía que ganar mi territorio! Así que primero los motivé a bailar en círculo, para poder mirar fijamente a Balta quien en ese momento me guiñó el ojo, elevándome al cielo!
Aproveche el cambio de música, una de Sumo enloqueció a la multitud, y en ese mini pogo descarado, empuje a la gata de pelo negro azabache, tatuaje en la lola derecha y labios irreales. Creo que salió directo por la puerta hasta el cielo, o quizás al mismísimo infierno.
Quede frente a Balta, quien me abrazo fuerte, sonreímos y nos besamos. No sé si perdí la percepción del tiempo y el espacio, pero de repente toda la gente estaba aplaudiéndonos, parecía todo un sueño, con las luces de neón en barrido, la música, él y yo. Sumo para mí era un allegro en fa mayor, las luces de neón lámparas de palacio y yo la reina. Hacía tiempo no pasaba el ridículo de manera tan divertida, no concluía una noche sintiéndome tan plena y contenta…
¡Feliz día de reyes!
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